Mi futuro siempre ha sido insospechado. Ha estado guardado como una cajita de Pandora oculta en el fondo de mi armario al lado de mi soledad.
Hay cosas que sé que quiero y no quiero hoy gracias al amor.
He perdido tanto y he ganado mucho por amar. La gran paradoja es que siempre he tenido miedo de perder el amor, pero el amor siempre me ha perdido a mi, o quizás yo me he perdido en el amor.
Amar siempre me ha impulsado a moverme, me ha abierto los ojos, me ha hecho tomar decisiones. He amado y me he amado, pues lo único que siempre me ha importado es hacer el amor.
Amar es un estado de ternura, ensoñación e inspiración máxima. Las personas que me enseñaron a amar o me permiten amarlas ahora son alimento para mi alma.
Para amar bonito hay que ir con paciencia, escuchando los aires que acompañan al otro y dejándose llevar por los impulsos más profundos y honestos del propio ser. Hay que caminar sin miedo a ser lastimados, porque el dolor es inevitable al amar y esa insoportable levedad nos da lecciones de vida y enseña a continuar. Para amar bonito hay que dejarse ir, soltar la espada y la armadura, perder el combate, alzar las manos y dejar que gane la complicidad, el silencio y los besos.
Para amar bonito hay que consumirse.
Arriesgar antes de que sea demasiado tarde.
Hace mucho estoy dentro de una torre, viviendo el día a día en mi cómodo asiento desde donde tomo decisiones, todas al parecer "acertadas". No sufro en mi cotidiano, a menos que me ponga a pensar en lo que viene mañana. Porque el mañana me da temor y perder el amor aún más.

Comments