Extraño el punto de partida de los besos que nos dábamos y el color carmesí de nuestros labios al separarse.
Extraño la manera en cómo me cogias la mano al amanecer, como buscando entre las sábanas.
Extraño el olor de tus cabellos y tu mirada parlante que decía más cuando miraba menos.
Extraño la sensación de libertad cuando mi lengua coloreaba tu oreja.
Cuánto pasará para terminar de comprender que lo acabado no tiene remedio y los nuevos aires son los que hay que habitar.
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